martes, 26 de agosto de 2014

Diario de mis días de playa


1er día de playa.
Amanece el día nublado y gris aunque con buena temperatura. El mar a las nueve y media de la mañana está desierto, doy fe de ello con unas fotos. Ni un solo parasol está abierto esperando que el sol lo invada para poder ofrecernos su sombra generosamente.
Estamos en la playa hasta las once como todos los días. Me gusta bajar a la playa cuando nadie me molesta, puede parecer egoísta por mi parte, pero he llegado a una edad en que me gusta disfrutar de la comodidad que me otorga la veteranía. Últimamente me molestan las aglomeraciones, así que prefiero madrugar y en cuanto empieza a llegar la gente con los niños, los abuelos y los perros; una servidora se quita de en medio.

2º día de playa
Por fin amanece un día de sol espléndido, o no tanto jajaja. Son tantas las ganas de tener un radiante día de sol que no me fijo en las nubes que amenazan en lontananza. Como siempre llegamos temprano, plantamos la silla, el parasol y la toalla. El parasol será por poco rato, hace un viento bastante desagradable y parece que va en aumento. Tanto que en unos momentos la sensación es de que estamos en Tarifa (mi marido dice que soy muy exagerada), las olas son tan enormes que se podría hacer surf. Hemos decidido que caminaremos, haremos un poco de ejercicio y que las olas laman nuestras doloridas piernas con su agradable masaje. Hace unos años los ayuntamientos arrebataron unos cuantos metros al mar, ahora es el mar el que se quiere cobrar la deuda. Antiguamente era una cala estupenda a la que tan solo acudíamos los vecinos, con las supuestas “mejoras” unieron varias calas, las cuales dieron paso a una playa larga y enorme que unía varios pueblitos de la costa tarraconense. Ahora el mar se quiere cobrar lo que es suyo, poco a poco se va llevando las toneladas de arena que le sustrajeron y empiezan a asomar las rocas que daban acceso a las calas. De momento se ha quedado en la mitad y salen algunas de las rocas en que nos sentábamos otrora en las soleadas mañanas, muy frecuentes en el invierno mediterráneo, a leer y ver como los niños jugaban en la arena.

3er día de playa
Imposible bañarse. La noche trajo consigo una tormenta espantosa. Pasamos casi dos horas sin luz y eso que dicen que estamos en el siglo XXI. Nos acostamos temprano ¿qué otra cosa se puede hacer en la más absoluta oscuridad? Bueno, aparte de eso que estáis pensando y que en mi caso como diría el ínclito y ex venerable Pujol “Hoy no toca”
Bajar hemos bajado a la playa. Pensábamos cuanto menos caminar, de bañarnos desde luego nada de nada. El oleaje era cada vez más fuerte, así que caminaremos, nos hemos dicho. Y así a sido, hemos tomado playa arriba y al llegar a una punta hemos vuelto playa abajo. Por un momento hemos parado a contemplar el oleaje que ha pensado que le teníamos miedo al agua y ha decidido que no hacía falta que entrásemos en el mar, por si mismo se ha encargado de enviarnos una ola tan grande y furiosa que prácticamente nos ha engullido. Sin necesidad de meterme en el agua he tragado agua salada y con sabor a pescado podrido, ya que el oleaje de la noche había arrastrado infinidad de algas, piedras y suciedad de todo tipo. He de reconocer que ha sido divertido, nos hemos reído como hacía tiempo.
Toda la tarde lloviendo.

4º día de playa
vuelve a amanecer un día nublado, pero a diferencia de los anteriores, hoy hace frío. Como buenos comerciantes han sacado ropas de abrigo a los escaparates.
Hemos decidido hacer turismo, como todos los años hemos ido a pasar el día a El Roc de san Gaietá, un sitio precioso. Es un pueblo enclavado en una roca que sobresale por encima del mar. Sus callejuelas son angostas y está cerrado al tráfico, bueno es que lo único que podría circular por sus calles sería una bicicleta. Como he dicho hace frío, llevaba un foulard en el cuello y con él me he confeccionado una especie de blusa, arcaica pero con buen resultado, anudando los cuatro picos, he pasado los brazos por los nudos y me he cubierto con ello la piel de gallina que el aire y la llovizna me ponían.
Por la tarde hemos paseado por El Vendrell, hemos visitado la librería de siempre. Este año con la crisis tan solo hemos comprado un libro (otros años no bajaban de cuatro o cinco), yo me entretengo corrigiendo el mío. Por fin lo terminé pero claro está ahora toca pulir muchas cosas.

5º día de playa
Por fin un día de sol espléndido, bajamos a la playa y nos encontramos el eterno problema de estos días. La playa va recuperando poco a poco su espacio y las tormentas de estos días pasados la han ayudado en su tarea. Los ayuntamientos quieren ganancias y no se dan cuenta que la naturaleza es generosa pero hasta cierto punto. Los metros recuperados han hecho un corte en la arena y es prácticamente imposible llegar al agua sin rodar para podre salvar el escalón que se ha formado. Otro impedimento son las toneladas de algas acumuladas con su asqueroso aspecto y nauseabundo olor. ¿qué ha sido de mi playita? Aquella cala que hace veinte años me enamoró ha dejado paso a un vertedero, no todo son algas, para aumentar la playa tiraron cantidades industriales de piedras que ahora al faltar la arena destrozan los pies de los bañistas.
Mañana si luce el sol nos iremos a bañar al Roc, menudo negocio. Te compras un apartamento al lado de la playa y tienes que coger el coche para ir a la de al lado porque en la tuya es imposible bañarse.

6º día de playa
Los amaneceres están siendo igual todos los días; nublado , viento y ambiente desapacible.
Hoy nos hemos decidido a ir al Roc a la playa. Por lo menos en esa playa no hay piedras para entrar al agua. El problema esta vez ha sido el viento que remueve el oleaje de mala manera. A consecuencia del dichoso viento hay mucho oleaje y esta revuelta y sucia. No tan sucia como en El Francas, pero desagradable al fin y al cabo.
La cala de el Roc es preciosa, me recuerda mucho la cala que teníamos antes de que al ayuntamiento le diera por hacer sus experimentos. La arena sigue siendo fina y agradable al tacto de los pies, caminar es un lujo por ella.
Internándose en el mar hay unas rocas estupendas para sentarse a leer mientras el agua masajea las piernas y las vistas son excelentes. Me parece retroceder veinte años atrás a los primeros años en que teníamos una cala casi particular, siento que vuelvo a estar en mi playa.
La nota trágica la puso un accidente. Al volver a casa nos encontramos con un triste accidente de tráfico, un coche se había empotrado debajo de un camión, en las noticias dijeron que el conductor del vehículo había resultado muerto. He estado toda la tarde con las imágenes en mi retina D.E.P.

7º día de playa
Bueno dejémoslo en día jajaja. La playa ni verla. Como ya es habitual amanece nublado, así que hemos ido a comprar carne y sardinas y haremos una barbacoa. De alguna manera hay que pasar el tiempo.

8º día de playa
Seguimos igual con la variante de que ha bajado la temperatura. Son las cinco de la tarde y en todo el día no ha asomado ni un rayito de sol, loa chaqueta me la quito y me la pongo. Estoy en el porche redactando este diario y según como me viene el aire se me pone piel de gallina, entonces me pongo la chaqueta por los hombros hasta que al momento me da calor y la tengo que quitar. Está siendo un verano de locos. Aunque parezca mentira casi echo de menos mi rutina del día a día. Sin poder ir a la playa pasamos el día entre pinturas y limpieza a fondo del apartamento, paseos al atardecer y poco más, en cierto modo es aburrido. Sin conexión a internet ni watssap estoy completamente desconectada. Al principio muy bien pero después de casi dos semanas echo de menos a mis amigas, a mis clientas y los dos capítulos de Outlander que me esperan cuando llegue a casa. He vuelto a leer el libro, así aunque la serie sea en inglés puedo seguirla perfectamente y lo cierto es que después de ver como cinco veces el primer capítulo tengo mono de más. Jamie está genial, tal como lo imaginaba cuando leía la novela, adorable.

9º día de playa
Sencillamente no hay playa. En las noticias han dicho que a partir de la semana que viene vuelve el verano... genial, el lunes empiezo a trabajar.
A la una de la tarde sigue nubladísimo, tan solo uno de los vecinos se atreve a darse su chapuzón diario, llega de la playa y se ducha en las duchas con un agua que clama el cielo de lo fría que está.

10º día de playa
Resignación, es la única palabra que se me viene a la cabeza. En las noticias lo único que dicen es que se avecinan más lluvias. Esta noche ha sido espantosa, llovía de forma torrencial. Me he levantado de la cama a las tres de la mañana para bajar el toldo, cerrar la ventana y arrimar la mesa y las sillas a la pared, la cortina de agua que caía era impresionante... otro día más sin playa que h'i farem. Esperando que lleguen los chicos, como quieran ir a la playa a lo mejor se arrepienten y no vienen debido al mal tiempo. A ver que deciden.

11º día de playa
Llegaron los chico y llegaron para quedarse, con tantos en casa tampoco podemos ir a la playa
parece de locos, pero hoy hace sol. Ya da igual mañana nos volvemos para casa, las vacaciones se han acabado. Espero que los días que estén los chicos (léase hijo y nuera) por lo menos disfruten del sol que a mi se me ha negado en rotundo.

Habrá que esperar al año que viene.